1.8 LA MISA DEL DOMINGO: “HACED ESTO EN MEMORIA MÍA”.
Motivos para asistir a Misa los domingos e ideas para no estar en Misa como un marciano.
MOTIVO 1º: Jesús te invita.



Como recordarás, después de instituir la Eucaristía, en la Última Cena le dijo a sus discípulos: «Haced esto en memoria mía» (Lucas 22).  

Hay cosas que los cristianos hacemos porque nos parecen buenas y pensamos que agradan a Dios. Pero hay una de la que estamos completamente seguros: Dios quiere que vayamos a Misa. Esa petición, «Haced esto en memoria mía», ha hecho que durante siglos los cristianos hayamos asistido a Misa al menos todos los domingos y fiestas de guardar. 


A la Misa no vamos porque nos guste, nos divierta, sea bonita, nos de paz o motivos por el estilo. A la Misa vamos, en primer lugar, porque Jesucristo nos lo ha pedido. Quizá algún día no tenemos ganas y preferiríamos estar en otro lugar. Pues precisamente ese día nuestra asistencia a Misa tendrá un valor especial: demostraremos a Jesús que lo hacemos por Él. Piensa que a Jesucristo la primera Misa le supuso un gran sacrificio hasta morir en la Cruz.

Con el paso de los años iremos descubriendo que la Misa es algo fantástico. Que lo que allí ocurre no se puede comparar con nada… Pero para eso necesitamos madurar nuestra fe cristiana. Profundizar. Si respondemos a la invitación de Jesús y vamos a Misa todos los domingos y fiestas de guardar, acabaremos descubriéndolo.


Ideas para no estar en Misa como un marciano
Idea 1: Lugar de la celebración
El templo. La eucaristía se celebra normalmente en el templo, que es un lugar sagrado. Todo el mundo y todos sus lugares son de Dios, pero los cristianos le consagramos públicamente a Él algunos lugares, las iglesias, que están edificados como Casa de Dios, es decir, como lugares privilegiados para orar, glorificar a Dios y santificar a los hombres.
Ahora bien, dentro del templo, y en orden a la eucaristía, hay tres lugares fundamentales cuya significación hemos de conocer bien: el altar, la sede y el ambón.
-El altar. El altar es el lugar de Cristo-Víctima sacrificada. Su forma ha ido variando al paso de los siglos, conservando siempre como referencias fundamentales la mesa del Señor, en la que cena con sus discípulos, y el ara, significada a veces antiguamente por el sepulcro de un mártir, en la que se consuma el sacrificio del Calvario. En todo caso, la distribución espacial no sólo del presbiterio, sino de todo el templo, debe quedar centrada en el altar.
-El ambón. Es el lugar propio de Cristo-Palabra divina. Los fieles congregados reciben cuanto desde allí se proclama «no como palabra humana, sino como lo que es realmente, como palabra divina» (1Tes 2,13). Ha de dársele, pues, una importancia semejante a la del altar. Desde el ambón se proclaman las lecturas, el salmo responsorial y el pregón pascual; pueden también hacerse desde él la homilía y la oración universal de los fieles. Es menos conveniente que ocupen el ambón el comentarista, el cantor o el director del coro» (OGMR 272).
-La sede. Es el lugar de Cristo, Señor y Maestro, que está sentado a la derecha del Padre, y que preside la asamblea eucarística, haciéndose visible, en la fe, por el sacerdote. Por eso el lugar propio del sacerdote es la sede, o si se quiere, la cátedra -de ahí viene el nombre de las catedrales-, desde la cual, en el nombre de Cristo, el obispo o el presbítero preside y predica, ora y bendice al pueblo.